EMILIO JOSÉ BREA GARCÍA
Arquitecto
Sobre mí
Francomacorisano, arquitecto, inconforme pero agradecido
de la vida, crítico polemista de su profesión
Hace un año anunciamos que seleccionaríamos los desatinos urbanos más relevantes que se hicieren en nombre de las gestiones estatales y municipales, entre el verano del 2010 y el verano del 2011. Los instituiríamos como Premios Gorila Verde, en intención de recordar las barbaridades visuales (estéticas), funcionales, paisajísticas, viales, estructurales e infraestructurales, que se cometen en los ámbitos urbanos locales. Tienen su antecedente en los Premios Grifo fugazmente establecidos a lo interno de UNIBE a principios de los años ‘90, y por aquella llave de agua que el otrora sindico y presentador de televisión (la epidemia data de antaño) hiciera construir en el entronque de vías del Malecón y la Av. Máximo Gómez, para conmemorar lo que el entendió que era el fin del suplicio tortuoso heredado por toda la ciudad de no tener agua cuando se le necesita… Esta vez, y siendo estos los primeros de la nueva camada, vale hacer recordar que el titulo se lo debemos a la genialidad zoomórfica que nos regalara -a los habitantes de la capital dominicana- (y a la vergüenza ajena del mundo), la flamante Alcaldía del Distrito Nacional en sus días de embriaguez electoralista, levantando una réplica descomunal (por 12 millones de pesos) de un simio a lo King Kong, que hubo de ser amputado en sus genitales dada la risible desproporcionalidad colgante que le agregaron a la figura ya de por si dantesca del “bicho verde”, como así lo bautizara la aguda subdirectora del Diario Libre (Inés Aizpún) en el primero de varios editoriales que le merecieron sus comentarios, dadas las características del ambiente y los “bichos” que se levantaran en el denominado Zooberto Park o Fuiquiti Park como inmediatamente fue bautizado por el común de la gente, desde antes de ser inaugurado, y para ellos un “parque temático” (¿?), residual espacio urbano acogotado de prisas y movimientos vehiculares que fue quedando atrapado entre tres esquinas de congestionada demanda comercial y por sobre la cual se deslizan dos elevados, en ambos sentidos, mientras circulan por abajo (en superficie) miles de automotores. Allí, en el acantonamiento nordeste, en lo que fuera un denso pinar, lo cual aumenta las características del crimen ecológico urbano, construyeron ese adefesio mostrenco que intentó, sin éxito, coleccionar una fauna estereotipada de reptiles, arácnidos, mamíferos y aves rapaces (retiraron una estrambótica culebra que abría la boca amenazadoramente en el inicio de una curva cerrada y espantaba al más gélido de los conductores). Por el mal gusto y escasa sensibilidad compositiva, estética y ornamental que exhibe el conjunto de absurdas formas, nos inclinamos por elegirlo como el referente, sin lugar a dudas, puesto que no se había producido semejante agresión, atrocidad incluida, al gusto público ciudadano. Estas experiencias, producto del debate generado en torno a lo que fue un despilfarro sin precedentes en la historia del mal gusto escenográfico urbano, nos facilitaron las herramientas conceptuales para conferir estos “Premios Gorila Verde” que por esta vez hemos diversificado para honrar tres metidas de pata antológicas que se registran en igual cantidad de ciudades que a su vez se han ganado las más altas calificaciones por lo horrenda de su parafernalia de supuesto ornato urbano. Y estas son:
3.- Las palmeritas multicolores de plástico de Higuey
Ya tienen varios años, pero la ridiculización de la naturaleza y su configuración como elemento del paisaje, alterado y distorsionado, le hacen ganar el tercer lugar a estos adefesios de mal gusto que persisten en “engalanar” algunas de las principales calles y avenidas del muy sucio y hacinado poblado de Higuey, otrora centro de peregrinación religiosa adecentado por la presencia del monumento moderno de arquitectura que es la Basílica, en su composición formal exterior y en su disminuida pero efectiva distribución de elementos internos. Higuey ahora ya no es un santuario religioso, sino que semeja una pasarela ostentosa de carnes pero esta vez cortadas al destajo, colgadas en las aceras, destilando sangre y mostrando en sus cortes, la anatomía animal en sus más profundos meandros; y allí están secadas al sol, mostradas al viento, para la desaprobación de los turistas que ven aquello horrorizados y no se explican como las ropas están dentro de vidrieras (o vitrinas) y las carnes las sacan al paseo a tomar el polvo y la contaminación vehicular. ¿Dónde están las “autoridades”? Las que sean, de tantas que se suponen que pudieran intervenir en esto, y les coloquen el blasón de 3er lugar en los Premios Gorila Verde.
2.- El Enriquillo de San Juan de la Maguana (nota del editor: Nos parece fue Caonabo)
La caricaturización de los personajes históricos, haciéndoles parecer seres monstruosos, no es rara en nuestro medio. En realidad no se puede saber si son usadas contra la infancia ignorante de sus propios personajes del pasado o si con ello, por sus tamaños, se pretenda ganar carreras de absurdos urbanos. Una estatua de un Enriquillo monumental, colocado como atlante, en un espacio público abierto de San Juan de la Maguana, nos remite a los intentos fallidos de exaltación que no se procuran los adecuados artistas plásticos y animadores urbanos para este tipo de proyectos. La buena intención yerra en su intento al producirse un burdo resultado de negativa estética que aunque con el tiempo termine pasando desapercibida, agrede permanentemente el medio ambiente espacial urbano. Las “autoridades” de las ciudades intermedias viven inventando como llamar la atención. Ciertamente están marginadas de los procesos de información, divulgativos y difusionistas de la prensa con asiento en la capital del país. Por eso recurren a estrafalarias maneras. Esta es una y por ello se lleva el 2do. Premio Gorila Verde…
1.- Primer Lugar de los Premios Gorila Verde
Santo Domingo es, lo ha sido siempre, un laboratorio urbano. Los inventos han maltratado a la ciudad por toda su historia. Contradictoriamente, su mejor momento ocurrió en su peor etapa (1936 al 1955). Antes de estas fechas, quizás por ingenuidad, y luego de ellas por diversas intenciones desde sanas hasta muy malsanas, la ciudad empezó a registrar cambios muy profundos, tan determinantes como para convertirse en una urbe imposible. La degradación ambiental urbana, el desequilibrio ecológico, la desproporcionalidad de hacinamientos de primera categoría permitidos por la vorágines municipal, el deterioro del espacio público, la promiscuidad barrial, la insalubridad callejera, la inseguridad ciudadana, la corrupción policial y militar de toda índole, el contubernio de la delincuencia con los estamentos de poder, la violencia exógena que importa el narcotráfico y el lavado de activos, la endógena que incuba la pobreza, la alta tasa de desempleo, el desprestigio de los políticos, el desencanto de la población, la frustración de la juventud, la decepción de los mayores, la falta de credibilidad y confianza en todo, hicieron de esta ciudad, un acertijo de muy mal precedente para su valoración al servicio del ser humano. Es por ello que para sopesar elementos de juicio suficientemente válidos para otorgar el Premio Gorila Verde (que “cayó” en la capital dominicana) hubo de hacerse una escogencia que desestimara, (1) las obras ilegales aunque estén en las narices de las llamadas a impedirlas, como es el caso de cientos de estas que rodean el recinto ferial donde está el Ayuntamiento del DN; (2) las económicamente correcta$$$ obras (pero inútiles en lo urbanístico) que resultaron los elevados que hasta se entaponan, y dizque eran para desentaponar, además que solo trasladan los mismos tapones; (3) el Metro de Villa Mella, bandera enarbolada electoralmente y que funcionara a la perfección, pero que no ha resuelto con su ruta de los triglicéridos y/o el colesterol, no obstante la enorme inversión que debe pagar todo el país, desde la frontera hasta el canal de La Mona; (4) el puente peatonal de una sola rampa en uno de sus extremos mientras del otro lado lo que tiene es una empinada escalera, puente situado en la traumática esquina de las Ortega y Gasset con 27 de febrero, un quijotesco absurdo digno de Guinnes; y, (5) el elevado que gira hacia el norte en la misma esquina antes citada, solo para “caer” en medio de la avenida que no le conduce a ningún lado, aparentemente, solo para engalanar…
Así que, tras el análisis, nos detuvimos a elegir el sexto artilugio que se llevó los guineos del Gorila Verde. Se trata del túnel de una sola vía que abrirá a las puertas del conflicto, cuando no vehicular (de las voladoras que estacionan frente al portal colonial este de la UASD), muy probablemente estudiantil (por los recurrentes disturbios por cualquier quítame esta paja). Pero allí está, a punto de ser inaugurado como parte de las obras del corredor o del crecimiento económico o del epalantismo como doctrina sin filosofía de nuevo cuño. Mil 200 metros de incertidumbre, de norte a sur, que no devuelven ni un centímetro de sur a norte, probablemente único de una sola vía en el mundo, y en un solo sentido. Guinnes está que tiembla… A esa genialidad del urbanismo se le otorga el Primer Lugar al Premio Gorila Verde.